La estupidez de las banderas
Los españoles buenos son los que llevan tatuado el águila de San Juan en la ingle, y los intereses de España son los del PP. Cuán diferentes parecen las posiciones de PNV y PP, pero cómo se asemejan a la hora de hacer demagogia y populismo barato, ¿verdad?
Miren que lo he intentado. Cuando empezó todo el lío este de las banderas me dije: Oscarín, no te dejes llevar, haz oídos sordos, no leas la prensa ni veas los informativos en unos días, y serénate porque de lo contrario acabarás mentándole la madre y los muertos a todas las banderas y a los que las portan. Les juro que lo he intentado, pero como el tema sigue en el candelero (¿o era en el candelabro?) y mi paciencia es limitada (más bien no tengo, para qué nos vamos a engañar) pues a ello voy. Si no me equivoco, todo tiene su origen en la polémica sobre la quema de fotos del Rey y sobre el hecho de que ciertas instituciones del Estado no hacen ondear la enseña patria (la bandera roja y gualda). Como la quema de las fotos del Rey se produjo en Catalunya y las mentadas instituciones que no cuelgan la bandera de España en los edificios oficiales son vascas y/o catalanas, el líder de la oposición debió ver un filón de votos en dichos temas. Y es por ello que el señor Rajoy orquesta toda una campaña mediática para celebrar el 12 de Octubre, día de la Raza y de la masacre americana, con banderitas a tutiplén y vídeo promocional incluido. Desconozco el mensaje que pretendía trasladar Mariano Rajoy a la sociedad española. El que he percibido yo era el que ya conocía antes de ello, que todos los nacionalismos (con o sin Estado) son reaccionarios. Rajoy y el PP se han erigido en salvaguardas de la nación española apropiándose de un sentimiento plural y sin ideología, ya que hay tantas formas de entender la españolidad como ciudadanos y ciudadanas. No ha tenido que estrujarse mucho el seso Don Mariano, ya que ha tomado prestado lo que nacionalistas vascos y catalanes vienen haciendo desde hace 30 años y que tanto le pega los capitostes del PP. En esta materia se lleva la palma el PNV que se ha apropiado de la ikurriña y del sentimiento identitario vasco. Lo vasco, lo genuino, lo auténtico es lo nacionalista, y quien no comulgue con ruedas de molino no es vasco o es, en el mejor de los casos, un vasco de 2ª categoría. Los intereses de Euskadi son los del PNV. Y Rajoy ha calcado el método cambiando el color de la bandera (ikurriña por bicolor) y el arrano beltza por el toro de Osborne. Los españoles buenos son los que llevan tatuado el águila de San Juan en la ingle, y los intereses de España son los del PP. Cuán diferentes parecen las posiciones de PNV y PP, pero cómo se asemejan a la hora de hacer demagogia y populismo barato, ¿verdad? Con las identidades y las banderas debiera pasar como con las armas. Se debería exigir licencia previo sometimiento a un severo test psicológico. De ser así me da a mí que ningún político estaría autorizado a blandir una bandera ni a mentar las identidades nacionales. Ni siquiera los de la izquierda ecosocialista, a los que no se les ha ocurrido otra cosa en pleno meollo banderil, que proponer que, al igual que en Francia, los automóviles lleven distintivos autonómicos en las matrículas. Cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo, y cuando IU no tiene discurso ni programa hace proposiciones de este calado para salir en los medios y ser el hazmerreír de la corte. Reitero que existen tantas formas de ser español o vasco, o catalán o manchego, como ciudadanos españoles, vascos, catalanes, manchegos… Sin ir más lejos el arriba firmante se considera español y vasco. Pero mi identidad española nada tiene que ver con la identidad española una, grande y bicolor (sobre lo de libre se podría hablar largo y tendido) del Señor Rajoy. De la misma forma que mi identidad vasca no se asemeja ni por asomo a la Euskadi del Señor Ibarretxe, donde todo el mundo se pone la txapela a rosca mientras entona el Gora ta gora a la par que sujeta el carné del PNV entre los dientes. Amén de que una identidad no debe chocar ni ser motivo de crispación con otra. Alguien que se sienta sólo español, ¿por qué tiene que considerar enemigo a quien sólo se sienta catalán? O viceversa. Si alguien habla euskara (que a mi entender es un idioma tan español como el castellano), ¿por qué tiene que ser enemigo acérrimo de quien sólo conoce la lengua castellana? O viceversa. De la misma forma que existe un día libre de coches, debería instaurarse el día libre de banderas y de los políticos que las blanden como si de un arma se tratase. Aunque en vez de llamarse día libre de banderas, su denominación podría ser Día Libre de Oportunismo, Crispación y Estupidez.
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