Centenari enric valor

dijous, de febrer 06, 2014

Pep jorda i la pujada de les pensions

La ministra de Treball i Seguretat Social està enviant als jubilats cartes on els informa sobre la revaloració de les pensions per a 2014. Primer els saluda ben efusivament 'Estimat/da' i tot seguit els anuncia, en català normatiu i amb una eufòria impròpia dels temps que corren, que la pensió els ha augmentant ni més ni menys que - atenció ara - un 0,25 per cent! Figues enlaire.
Per si la notícia no fóra una emoció prou forta per als delicats cors ancians, els fa saber que amb la nova fórmula de revaloració les pensions apujaran tots el anys. Siga quina siga la situació econòmica. I mai es podran congelar. Ni que arribe una nova Edat del Gel. També aprofita per recordar-los (són grans i els falla la memòria) que al 2013 i malgrat la difícil conjuntura econòmica les pensions van apujar l'1 o el 2 per cent. Quina precisió! Com aquell missatge de Windows que deia: 'Aquest proces trigarà uns minuts o algunes hores'
Després d'aquest desplegament d'afecte i generositat sense parangó, què li queda a la ministra sinó acomiadar-se? Però no ho fa sense recordar abans que continua treballant per a conservar un sistema de pensions sòlid, estable i solidari, de tots i per a tots. Ací –cal dir-ho- la ministra patina amb un doble oxímoron. Partit Popular i solidari o treballar i Fátima Báñez no poden anar junts en una mateixa frase. Són significats excloents. Xoquen. Sobretot en el cas del segon. Perquè en 47 anys María Fátima encara no ha pegat un pal a l'aigua, ni ha cotitzat a cap empresa, ni ha aprovat cap oposició.
Per si de cas amb la missiva no queda clara la magnificència del govern, el jubilat rep de seguida una segona carta, en aquesta ocasió escrita en castellà i signada per la Directora General de la Secretària d'Estat de la Seguretat Social, on a més de tornar-li a recordar l'espectacular augment de la pensió l'informa de la quantia mensual integra que rebrà: 326,82 euros. El detall figura en la part inferior de la comunicació i –efectivament- en la part inferior diu:
- IMPORTE MENSUAL EN 2013   ..........................................  326 euros
- REVALORIZACIÓN 2014  .................................................... 0,82 céntimos
Llavors és quan el vell (que es vell però no imbècil) comença a fer comptes: amortització ordinador + impressora + programa d'impressió + traducció al català (idioma que Fátima Báñez no domina, entre d'altres moltes coses) + tinta d'impressora + paper preimprès a tot color + ensobradora + sobre + l'altre sobre (el de les comissions) + segell. Total. Prou més que l'augment de la pensió. S'indigna pensant el ridícul que resulta que les albardes siguen més cares que el  burro i es lamenta  que, si el Ministeri en lloc de enviar-li cartes 'con olor a espinas que no son románticas' li haguera apujat un parell d'euros la pensió encara podria permetre's algun extra com... comprar el diari.
La qual cosa no saps si seria millor o pitjor. Perquè llavors s'hauria assabentat que el darrer 4 de febrer el Ministeri de Sanitat va reservar una taula per a 30 persones a un dels restaurants més exclusius de Les Palmes de Gran Canària (servici mínim 50€) perquè Fátima Báñez i 29 més descasaren desprès de presenciar unes maniobres de salvament. 50x30 igual a 1.500 € - comptaria el vell-.  I aleshores sí que li agafaria una pujada de tensió o un atac de mala llet.

dilluns, de febrer 03, 2014

Sobre pablo iglesias

A sus apologistas y defensores,les felicito por su fe. Tal vez sólo soy un escéptico,un pobre diablo que no cree en vacas sagradas ni en utopías con aspecto de arco iris
Casi siempre llego tarde a todo. Es la historia de mi vida y no creo que tenga remedio. Anoche descubrí el fragmento de un vídeo que en sus días provocó indignación, descalificaciones y ríos de tinta. Pablo Iglesias relataba su enfrentamiento con unos quinquis que intentaron robar una mesa de mezclas en el Centro Social El Laboratorio del barrio de Lavapiés. Se trataba de un espacio okupado y autogestionado y el incidente se saldó con uno de los atracadores magullado y Pablo con un hueso de la mano roto. Un tercer implicado, al que Pablo socorrió mientras intentaban destrozarle la cara con una botella rota, sufrió un corte en la córnea que casi le cuesta la pérdida del ojo. Pablo evocó la trifulca con frases bastante desafortunadas: “Di un puñetazo no porque alguien de mi situación socioeconómica se vea muchas veces en esa situación, sino porque estábamos en un Centro Social y un grupo de lúmpenes, de gentuza de una clase social mucho más baja que la nuestra, intentó romper una mesa de mezclas a unos raperos”. Pablo Iglesias reconoció que sus frases no eran las más apropiadas y pidió disculpas en Público.es, su plataforma habitual, ironizando sobre los que confunden la realidad con Navajeros o La estanquera de Vallecas, protagonizadas por quinquis de buen corazón.
El Diario.es, dirigido por Ignacio Escolar, publicó la noticia, revelando que en la arena política no existe la compasión, ni siquiera para los que se mueven en el mismo espectro ideológico. Algunos dirán que El Diario.es más afín a IU y cree que Podemos sólo contribuye a dividir a la izquierda, cuando lo más urgente es creer una especie de Frente Popular, con la fuerza necesaria para luchar contra las políticas de austeridad impuestas por la Troika. Yo colgué el famoso vídeo en mi página de Facebook, un espacio pequeño, humilde e irrelevante, pero enseguida desperté las iras de algunos de mis contactos. Es obvio que no tengo 4.500 amigos, pero me dolió la reacción de algunos de los que a veces interactúan conmigo. Se dijo que muchos hablaban sin conocer la definición marxista de lumpen proletariado, pues tal vez ni siquiera habían hojeado el Manifiesto comunista. Cito la definición de lumpen proletariado del Manifiesto: “El lumpen proletariado, ese producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad. Puede a veces ser arrastrado al movimiento por una revolución proletaria; sin embargo, en virtud de todas sus condiciones de vida está más bien dispuesto a venderse a la reacción para servir a sus maniobras”. No creo que sea la frase más acertada del pensamiento marxista, particularmente cuando habla de estructuras que condicionan lo individual de forma irreversible. No es la única equivocación de Marx. Aunque era judío, a veces bordeó el antisemitismo. En sus Tesis sobre Feuerbach recrimina que “La esencia del cristianismo sólo considera la actitud teórica como la auténticamente humana, mientras que concibe y fija la práctica sólo en su forma suciamente judaica de manifestarse. Por tanto, no comprende la importancia de la actuación revolucionaria, práctico-crítica”. Es difícil leer este párrafo sin torcer el gesto. Tampoco me agradan las explicaciones con las que Alfonso Sastre intenta justificar los comentarios racistas de Miguel de Cervantes en La gitanilla. Cervantes –cristiano viejo fiel vasallo de Carlos V y del imperio español- nunca ocultó su desprecio hacia “moros” y “judíos”. El supuesto humanismo cervantino, con su presunta carga erasmista, sólo es una hipótesis, que intenta lavar la cara a un clásico tan orgulloso de su pluma como de su espada. Sastre exonera a Cervantes, según el cual “los gitanos y gitanas sólo nacieron en el mundo para ser ladrones”, burlándose de los izquierdistas que sólo conocen a los gitanos por el cine o las salas de flamenco. Y apunta: “Se hallan mucho más cerca de una verdad sostenible –de una realidad verdadera- aquellos ciudadanos que han convivido en los barrios pobres con poblaciones gitanas y realizan críticas que resultan malsonantes en los castos oídos del antirracismo convencional”. Aprecio la valentía de Sastre, que se atrajo el odio de muchos cuando se alineó con las tesis de la izquierda abertzale, pero su argumentación me parece inaceptable, esquemática y demagógica. La admiración hacia un escritor no puede convertirse en idolatría, salvo que se esté dispuesto a sacrificar la verdad y renunciar a la objetividad.
Yo he sido profesor de instituto en barrios marginales y he conocido a chavales con tendencias violentas y antisociales. Algunos incluso han muerto en reyertas o en accidentes de tráfico, conduciendo un coche robado. No sé por qué motivo, solía llevarme bien con esos chicos. No he olvidado a Guillermo, que le robó el maletín al director del instituto, destrozó un aula y se bajó los pantalones en el patio, mostrando su trasero a profesores y compañeros. Cuando robó el maletín, me pidió que lo acompañara para mostrarme su botín. Yo me quedé estupefacto y le pregunté: “¿Por qué me enseñas esto?” Me miró asombrado y contestó: “Porque eres mi amigo”. Le quité el maletín, pero me limité a informar que lo había encontrado en un baño. Siempre me he guiado por la letra de La mala reputación, la famosa canción de Georges Brassens: “Si en la calle corre un ladrón / Y a la zaga va un ricachón / Zancadilla doy al señor / Y he aplastado al perseguidor”. Tal vez por eso me alejaron de las aulas, pero esa es otra historia. Guillermo murió semanas después al estrellarse contra la mediana de una autovía. Conducía un coche robado a punta de navaja. Tenía 18 años. Sus padres eran politoxicómanos y seropositivos. La madre había muerto de SIDA el año anterior y su hijo no aceptó la pérdida. De hecho, su violencia se disparó a partir de ese momento hasta llevarle a una muerte trágica e injustamente prematura. Pablo Iglesias afirmaría que la “gentuza” a la que se refiere, no robaban a un “ricachón”, pero sus frases desprenden un insoportable hedor a clasismo. Se comprenden en un universitario bocazas que habla en la barra de un bar, pero no en un político que pretende movilizar a la opinión pública. Sé lo peligrosos que pueden ser unos chavales con familias desestructuradas y con escasez de recursos. Esa violencia no surge de una maldad natural ni de una psicopatía de raíces genéticas. La lucha de clases es muy real y produce frustración, odio, ceguera y enajenación. En una ocasión, le preguntaron a la escritora blanca sudafricana Nadine Gordimer, que siempre peleó contra el apartheid, si era consciente de que podía morir asesinada por un grupo de sudafricanos negros. Gordimer, que obtuvo el Nobel en 1991, contestó que un escenario caracterizado por la violencia y la desigualdad no se podía hablar de responsabilidad moral, sino de daños causados por una injusticia estructural. “Si un grupo de negros sudafricanos me mata, habrá que responsabilizar al apartheid y no a los autores materiales”. Su respuesta me parece mucho más valiente que las hazañas pugilísticas de Pablo Iglesias Turrión.
Podemos no me inspira confianza porque propone nacionalizar la banca, salir de la OTAN y realizar una auditoría de la deuda para no pagar la parte odiosa e ilegítima, sin explicar cómo llevará a la práctica estos ambiciosos objetivos. Eso sí, evita cualquier referencia al socialismo, el comunismo o el anarquismo, aunque hace una defensa encendida de los servicios públicos. Parece que le asustara la perspectiva de espantar a los indignados del 15-M, que no eran de derechas ni de izquierdas y no querían saber nada de revoluciones cruentas (es decir, reales). El programa de Podemos me recuerda a las promesas –rigurosamente incumplidas- del PSOE en 1982, con un mediático Felipe González anunciando que si llegaba al poder, España saldría de la OTAN. Es evidente que Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero conocen la vía democrática al socialismo del Presidente Salvador Allende. Todos sabemos cómo acabó la experiencia. Chile sufrió una restricción crediticia impulsada por Estados Unidos y un bloqueo comercial al cobre nacionalizado. La inflación y el déficit se dispararon. Allende intentó frenar la catástrofe con una fijación oficial de precios, pero su medida provocó el florecimiento del mercado negro y una dramática escasez. La huelga de camioneros, que temían ser convertidos en funcionarios públicos y perder sus privilegios como gremio, transformó la escasez en desabastecimiento. Fidel Castro visitó Chile y se marchó convencido de que la revolución socialista nunca prosperaría en el marco de una democracia burguesa. Tal vez porque el poder real no está en el gobierno, sino en las grandes corporaciones transnacionales, controladas por gigantes bancarios. La oligarquía respeta la democracia hasta que atenta contra sus intereses. Sin embargo, no siempre necesita promover un golpe de estado. Dispone de herramientas financieras que pueden poner a un país de rodillas, obligándole a renunciar a cualquier fantasía revolucionaria. Si las agencias de calificación lanzan un ataque especulativo contra España, el crédito internacional fluiría con unos intereses incompatibles con el pago de salarios, pensiones y subsidios. Los servicios públicos colapsarían y la economía se hundiría hasta niveles insospechables. La nacionalización de la banca, la salida de la OTAN y la negativa a pagar la deuda ilegítima constituyen una declaración de guerra contra un capitalismo globalizado y liderado por Estados Unidos. ¿Podemos asumir los costes de esa batalla? Me gustaría que respondiera Pablo Iglesias Turrión, pero dudo que lea este artículo o le atribuya la más mínima importancia. En cuanto a sus apologistas y defensores, les felicito por su fe. Tal vez yo sólo soy un escéptico, un pobre diablo que no cree en vacas sagradas ni en utopías con aspecto de arco iris.

dilluns, de gener 06, 2014

la veu del carrer

Veritats com a punys de un home en la meitat del carrer.

divendres, de gener 03, 2014

El proceso soberanista catalán como movimiento de masas. Saludo de Año Nuevo para los/as estudiantes de la asignatura "Antropología de los espacios urbanos y de la globalización", del Máster de Antropología y Etnografía de la UB

Os envío mis mejores deseos para que este 2014 os sea propicio. Me gustaría aprovechar esta felicitación para haceros notar algo sobre el contenido de la asignatura y su relación con lo que muy probablemente va a pasar en este año que ahora empieza.

Yo sé que la impresión que os puede ofrecer la materia es que es de orden casi exclusivamente teórico. No es así. A lo que os estoy invitando, como marco general, es a que tengáis en cuenta el papel que juega la calle y el tipo de sociabilidad que la caracteriza en tanto que verdadera institución social, es decir ámbito en que se desarrollan mecanismos, dispositivos, lógicas..., mediante los cuales un orden social abre espacios y tiempos en los que el azar y la indeterminación juegan un papel que puede llegar a ser estratégico. Ese "ahí afuera" —los huecos y canales que se abren entre volúmenes construidos de una ciudad— es el escenario de una actividad que no es sino la del trabajo de lo social sobre sí mismo, una labor incansable en la que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento y de la que están siempre a punto de derivarse y se derivan desarrollos inopinados.

Al respecto, hemos estado hablando en concreto de cómo, en relación con ciertas circunstancias, las calles y las plazas se llenan de conglomerados humanos solidificados, coaliciones viandantes de viandantes, que actúan al unísono siguiendo pautas que no debemos dudar en catalogar como rituales, que ponen de manifiesto la capacidad creativa y a veces transformadora de la acción colectiva. Ese es el asunto del que hemos hablado a lo largo del curso: aquello a lo que un día llamamos —y merecen todavía ese nombre— las masas.

Pues bien, me atrevo a pediros que estéis atentos a lo que pase a vuestro alrededor y ante vuestros ojos este 2014, porque de seguro que comprobareis la vigencia de ese viejo poder de la calle que un día creímos desactivado. No sé cuáles son vuestras opiniones acerca del proceso político que está viviendo Catalunya ahora mismo. Imagino que cada cual tendrá las suyas, legítimas, por supuesto. Es más, sospecho que algunos de quienes venís de otros países ni siquiera estáis al corriente —al menos a fondo— de lo que está ocurriendo. Lo que sí que os puedo asegurar es que este 2014 os brindará la oportunidad de conocer de cerca, y quién sabe si vivir, eso que se da en llamar acontecimientos históricos.

Puestos a hacer un pronóstico, creo que no habrá referéndum, que se celebrarán elecciones anticipadas plebiscitarias y un parlamento con abrumadora mayoría independentista proclamará un estado catalán. Qué pase luego, cuál vaya a ser la reacción del gobierno de Madrid, del ejército y de sectores sociales en los que se está larvando un auténtico odio étnico, es lo que queda por saber. Pero no se puede descartar algún tipo de uso de la fuerza o reacción violenta ante lo que muy probablemente sea la disolución de España, al menos tal y como la conocemos hasta hoy. Por muchas vueltas que le doy, no veo que esto tenga otra salida, porque lo que no va a haber es marcha atrás.

Pues bien, todos los episodios que están jalonando esta dinámica de cambio histórico son, en efecto, ejemplificaciones de lo que en otra época llamaríamos movimiento de masas o lo que la tradición sociológica clásica designaría, siguiendo a Durkheim, como efervescencia colectiva. No os quepa duda de que la iniciativa la llevan las movilizaciones en la calle y lo que sea que pase tendrá sus momentos clave también ahí afuera. Es posible que todo lo que está pasando fuera inicialmente impulsado desde instancias de poder y con el apoyo de medios de comunicación afines a sus intereses, pero está claro que la reacción suscitada ha desbordado ampliamente las intenciones de sus eventuales instigadores. Eso es lo que distingue precisamente el proceso que está conociendo Catalunya de otros parecidos con los que suele comparársele, como Quebec o Escocia, puesto que aquí aparece impulsado por eso que damos en llamar la sociedad civil, es decir por instancias organizativas de base y no gubernamentales. En todo caso, es importante que me dejéis remarcaos esto, porque vais a tener bien cerca un ejemplo de cómo se van a continuar desencadenando episodios cuyo protagonismo le corresponde a las calles y a lo que sucede en ellas, que no es otra cosa que lo que os estoy describiendo como algo parecido a la escritura automática de la sociedad.

Cabe plantearse, es cierto, qué pasará luego, cuando la ebullición cese y las cosas se vuelvan a asentar. Es muy probable, casi seguro, que los de siempre recuperarán el control y se asegurarán de que todo vuelva a su cauce, es decir al cauce de ellos, el que ellos impongan de acuerdo con los intereses de clase que obedecen. Ahora bien: atención a ese "casi". Nada está escrito en la historia de las sociedades y ahí están esas aberturas en la estructura social que siempre y en todos sitios están dispuestas para que se abran paso nuevos proyectos de sociedad. Es decir, en este proceso hay mucha gente que está dispuesta a, puestos a cambiar, cambiarlo todo. Desde luego la oportunidad va a ser única y no se va a repetir.

Atended no solo lo que pasa, sino también los discursos que suscita el escándalo de la actividad colectiva en las calles. Oiréis que os dicen que se trata de una movilización al servicio de los intereses de la burguesía. Informaros bien y veréis que la burguesía aquí, incluso la nacionalista catalana, ha sido siempre españolista y es posible que buena parte lo continúe siendo. Por otra parte, creedme, no hay cientos de miles de burgueses en Catalunya. Con la burguesía catalana se llena el Liceo, pero no las calles y carreteras de un país.

Otra cosa que escucharéis es que la gente que ha salido y —no lo dudéis— volverá a salir a la calle están manipuladas. Como veis, el argumento contra las muchedumbres se repite: si hacen lo que creemos que deben hacer es que han visto por fin la luz; si no, son víctimas de la sugestión de los medios de comunicación o de la demagogia política. Según nos de la razón, son el pueblo o el populacho. Ya os remarqué que las teorías sobre la manipulación de la gente acuden siempre en auxilio de quienes viven como un enigma insufrible el que los demás no piensen como ellos.

Os pediría que hicierais una indagación en vuestras cercanías. Que habléis con personas que participaron en la manifestación del 11 de septiembre de 2012 o en la cadena humana de hace unos meses. Averiguad quiénes son, a qué estratos sociales pertenecen, cuáles son sus ideas políticas. Os encontraréis de todo: gente de ideas conservadoras, pero también un montón de radicales de izquierda que intuyen la ocasión de una transformación radical de la realidad; burgueses, sin duda, pero sobre todo gente trabajadora, como mucho de esa baja clase media que conforma la mayoría de la población; obreros/as, amas de casa, perqueños/as empresarios/as, funcionarios/as, oficinistas, tenderos/as, estudiantes, parados/as, jubilados/as, niños/as...; catalanoparlantes, pero un número ingente de "charnis" -lo que yo soy- e incluso de inmigrantes recientes. Son vuestros/as vecinos/as. Imaginároslos fundidos o cogidos de la mano. Luego tomadlos uno a uno y miradles a la cara. Preguntadles que hacían allí, por qué salieron a la calle, qué les convocó, de quién fue la llamada y por qué la atendieron. Exigirles que confiesen que estaban manipulados por la prensa nacionalista; obligadles a asumir que eran marionetas en manos de los intereses de la burguesía. Y veréis  lo que os dicen.

¿Quien le dice a esa multitud que la fiesta se ha acabado y que se vuelva a sus casas? Esa gente está ahí —porque continúa ahí, de guardia, aunque no la veamos— porque creen que pueden volver a empezar en un país nuevo, y quién sabe si, puestos, también una nueva sociedad. No aceptarán una decepción. Lo que quieren, lo quieren ahora. Recordar lo que explico en clase: las masas no mienten, ni disimulan.

En cuanto a quienes contemplan con desprecio o indiferencia lo que está pasando, también hay que saber entenderlos —no descarto que haya alguno de ellos entre vosotros. Se saben superiores y ya sabemos lo difícil que resulta ser modesto cuando se es el mejor. Mantengámosles al corriente para que nos juzguen y esperemos de ellos la benevolencia de los lúcidos.  

dijous, de gener 02, 2014

En el adeu de obrint pas

Article de Hector Serra sobre obrint pas en el seu adeu.

La nit de cap d’any és enguany també la darrera nit que Obrint Pas engega les guitarres davant el seu fidel i sempre creixent públic. Un últim concert elèctric que servirà per a repassar vint anys damunt dels escenaris. Un nou capítol èpic per a sumar a altres ja memorables en tants i tants racons d’arreu del país i del món. 
La darrera gira dels Obrint Pas.

Tot aprofitant l’avinentesa, hem volgut donar la veu a diferents persones vinculades a àmbits diversos com el periodisme, la música i la política. Algunes, fins i tot, resulten ser companys d’aventura en el viatge que els ha dut al reconeixement actual. Totes elles coincideixen en què el mèrit assolit pels valencians ha sigut a força d’invocar el treball i d’arrelar els seus valors a una estima sincera per la llengua i la cultura. I hi afegirem que una de les actituds més cabdals del grup ha estat la seua predisposició inacabable per romandre sempre al costat de les lluites de base. En suport dels moviments socials i les inquietuds saludables en pro d’una altra realitat. Deu cançons, deu opinions, deu visions, deu empremtes. Podrien ser els deu himnes d’un disc que homenatja una trajectòria sòlida que ha caminat al mateix ritme d’uns temps i unes generacions que, tot just avui, senten la necessitat de fer la mirada enrere i passar comptes amb els anys. Amb Obrint Pas ens hem fet majors i ara el seu valuós llegat deu acompanyar les primeres passes dels futurs defensors de la terra. La música, per sort, és immortal. I aquest article de veu coral pretén llançar contra el vent un aplaudiment sentit per dues dècades de flama i cançons que ja no s’apaguen. I tu, amb quin himne et quedes?
Antoni Rubio, periodista i autor, juntament amb Hèctor Sanjuan, del llibre Del sud: El País Valencià al ritme dels Obrint Pas (Mina, 2007).
“DEL SUD”
Obrint Pas.
València, any 1993. A les aules de l’institut Benlliure, un grup de joves comença a donar les primeres passes amb els instruments a l’esquena. Un batibull de guitarra, baix, bateria i, un poc després, la dolçaina, que vessaven les primeres notes encara vacil·lants en el magatzem d’una carnisseria del barri.
D’una manera gairebé natural, al bell mig d’aquella València grisa on el PP començava a fer-se amb el poder, van decidir cantar en valencià. Era la seua llengua, la que empraven a casa, a les aules “de la línia” i amb els amics. Ningú no haguera pensat aleshores que aquells joves, que triaren el nom del grup en una assemblea improvisada al pati de l’institut per a canviar-lo després per Obrint Pas, acabarien trencant tot tipus de fronteres amb la seua música.
Fidels a l’alegria, a la terra, a la llengua i als amics, com resa una de les seues cançons, Obrint Pas ha trencat esquemes dins la música catalana. Un dels seus grans èxits, “Del Sud”, inicialment pensada com a homenatge a les comarques valencianes més meridionals, s’ha convertit en una mena d’himne i de reivindicació d’un tarannà valencià totalment compatible amb una visió més ampla de país.
Som del sud del record d’uns països sense nom…”, dibuixa la veu de Xavi Sarrià, tot i que ja no és tan cert. Tenen nom, esperit i molta gent il·lusionada. Perquè els Països Catalans, utòpics però indefugibles, difícils però necessaris, no s’expliquen sense l’aportació del sud. Sense Ausiàs March, Joanot Martorell, Estellés, Fuster o Raimon. I ara, per mèrits propis, per l’increïble viatge de vint anys des d’aquells dies d’institut i adolescència, sense Obrint Pas.

Borja Penalba, compositor, arranjador i músic.
“SENSE TERRA”

La banda Obrint Pas.
La meua relació amb Obrint Pas comença a meitat dels noranta, però Terra va ser el primer treball en el que vaig participar, i “Sense terra” és una cançó a la que tinc especial estima. Records de la gravació delriff de guitarra, les proves amb diferents locucions de ràdio o televisió (la veu del Che), etc… Van ser uns sis mesos (a cavall entre 2001 i 2002) construint les cançons del disc amb Xavi, en el meu pis del carrer Cadis de València, mentre el meu fill Claudi (llavors tenia 2 anys d’edat) corretejava per l’habitació, on cada tant apareixia Gironès per donar vida a unes melodies de dolçaina i vents que ressonaven per tot l’edifici i part del carrer… i que amb el temps han esdevingut veritables himnes arreu dels Països Catalans.
Dotze anys després, em sent un privilegiat per haver format part d’un projecte, d’una família, Obrint Pas, que sense cap mena de dubte és el fet més important que ha succeït en la història de la música popular valenciana moderna, i potser un dels tres més importants de la música de tots els Països Catalans. Sense ells, la situació actual de la música, la cultura i la llengua d’aquest país no seria la que és. Mai, mai podrem agrair-los suficientment la seua aportació.
Gràcies, Xavi, Gironès, Ramos, Robert i Litus.
Seguim.

Vicent Moreno, president d’Escola Valenciana-Federació d’Associacions per la Llengua.
 ”LA FLAMA”
Amb lespurna de la història / i avançant a pas valent, / hem encès dins la memòria /
la flama dun sentiment.

Obrint Pas, 20 anys de música i història.
Pense que aquesta estrofa de “La Flama”, un tema d’Obrint Pas que s’ha convertit en himne, defineix a la perfecció el que ha significat aquest grup tant des del punt de vista de la música en valencià, com des de la influència que ha exercit amb les seues lletres i la seua implicació en projectes de dignificació de la nostra llengua i del nostre país. Representen les primeres generacions d’alumnes que van tindre l’oportunitat d’estudiar en valencià. Fruit d’això van obrir pas a tota una nova remesa de grups que canten en la nostra llengua i que han aconseguit que la música feta en la nostra llengua haja reviscolat en multitud d’estils i propostes. Obrint Pas és un referent. No sé si aquells estudiants de l’Institut Benlliure de València van imaginar, quan enllestiren les primeres cançons, que encisarien tant amb les seues lletres i la seua música a gent com tots nosaltres, els qui parlem la llengua d’Enric Valor, però també a persones de mig Europa i de l’altra banda del gran oceà. L’any 2010 els vam atorgar el Guardó a l’Ús Social en La Nit d’Escola Valenciana, per la tasca de normalització lingüística en un àmbit tan important com és el de la cultura musical i l’oci, i per la capacitat d’haver despertat la consciència de molts valencians i valencianes de totes les edats. Per sempre farem nostra aquesta tornada vibrant gràcies a Obrint Pas: Viure mantenint viva / la flamaa través dels temps,/ la flama de tot un poble / en moviment.

Feliu Ventura, cantautor.
 ”NO TINGUES POR”
Obrint Pas.
Aleshores em va arribar la maqueta en casset Recuperant el somni (autoeditada, 1995) que incloïa “No tingues por”. En aquell moment només coneixia Obrint Pas del disc del Tirant de Rock on apareixia un grup que cantava a la ciutat de València en valencià amb una maleta de discos de Kortatu i de l’Elèctrica Dharma; això, en aquell moment per a algú de les Comarques Centrals valencianes sonava molt exòtic (tot prejudici, clar).

Obrint Pas era una formació amb textos de crònica urbana adolescent, una lectura en veu alta de consignes a les parets i l’èpica de l’electrificació. Però aleshores va arribar “No tingues por” i els historiadors diran que va arribar la dolçaina i que amb ella arriba la senya d’identitat d’Obrint Pas. Però s’obliden d’una altra: la sublimació dels sentiments a les lletres. Parlar de sentiments obertament, deixar-se anar i fer confiança a qui escolta.
Evidentment “No estàs sol, no tingues por” és més una consigna que un vers, però no són de vegades les cançons un llenç urbà on perbocar sentiments profunds. “Si l’haguereu vist plorar, mai no l’hauríeu oblidat”, algunes vegades vaig parlar molt d’aquesta cançó amb Xavi Sarrià (parlàvem de lletres quan estudiàvem junts a Filologia). És una cançó que parteix d’un fet concret, succeït a un amic de Xavi narrat a través del filtre dels sentiments, la cançó no explica què ha passat, però sí parla de com et sents després d’haver patit una situació límit.
Doncs bé, en aquell moment una gran part de valencians ens sentíem així després de l’assassinat de Guillem Agulló. I una cançó que cridava “No estàs sol, no tingues por” era un bàlsam reconfortant i la substància energètica que necessitàvem per continuar transformant la societat sense por. Sense por a ser agredit, humiliat o assassinat per voler un món millor i dir-ho en veu alta.
Ara, amb una crisi econòmica molt pitjor que la del 1993 vénen temps difícils, l’ofensiva contra els drets i la identitat dels valencians es preveu, lamentablement encara, molt més dura. El repte serà fer-ho sense el bàlsam i el bagatge d’Obrint Pas.
Malgrat això, ara, definitivament s’ha obert el pas. Em sent orgullós d’haver caminat colze a colze amb ells compartint generació i anhels i encara confie en el poder energètic de la seua última consigna ressonant a lloms d’una dolçaina tan indomable com el poble valencià: seguim, seguirem!

Amàlia Garrigós*, periodista.
“SEGUIREM”
“Seguirem” és un dels poderosos himnes d’Obrint Pas del llibre-disc Coratge que s’enganxa al cor a ritme de rocksteady. És el treball més madur de la banda on conjuminen la seua marca de fàbrica, festa i  reivindicació, amb l’exploració d’unes altres sonoritats.
“Seguirem” va ser la darrera melodia que els oients van escoltar en la ràdio autonòmica valenciana abans de fer-la emmudir a la força durant el colp d’estat mediàtic del passat 29N que va ferir greument el nostre autogovern.
“Seguirem” és també la lletra que em va encoratjar durant el trajecte de 5 km, des de València al centre de producció de Canal 9 a Burjassot, fa tot just un any, quan havia de signar un comiat forçós i salvatge, després de 23 anys de trajectòria a RTVV.
‘Seguirem’ és el nom d’una dona, Mavi Dolç, escriptora i activista cultural que va apostar, fa dues dècades, per una banda d’adolescents que cantaven en valencià quan molts pocs gosaven a fer-ho. Mavi simbolitza la passió de tots aquells herois anònims i quotidians que treballen, de manera persistent, teixint iniciatives de lluita col·lectiva i de resiliència.
“Seguirem” és també el coratge que Obrint Pas ha heretat de grups com Al Tall i de tots aquells que batallaren per la nostra llengua durant la dictadura i la transició. Coratge és el que ens cal ara per poder afrontar la desfeta que viu el nostre país. Avui, mentre el poble germà i veí camina amb pas ferm cap el futur, els valencians tornem al passat. Una cançó pot ser l’estímul que impulse el renaixement d’allò que som en essència. I això val tant per a les persones com per als pobles.
Seguim i seguirem navegant a tota vela cap a rumbs marcats contra la por.

*Amàlia Garrigós va entrevistar Obrint Pas a l’informatiu cultural “Alta Fidelitat” de Ràdio 9 el 18 d’abril de 2011, dia que sortia a la venda el disc Coratge. La banda només tenia veu al seu espai. Mai no els han entrevistat a Canal 9 ni tampoc hi han actuat (només ho han fet a la ràdio al programa de la periodista alcoiana).

Xavier Aliaga.

Xavier Aliaga, periodista i escriptor.
“AL PAÍS DE L’OLIVERA”
“Al País de l’olivera” no sols és un preciós tema d’Obrint Pas, un dels talls inclosos en la seua cimera artística, el fonamental Coratge (Propaganda pel Fet!, 2011). Per a mi, és un tema carregat de simbolisme, una joia estrictament folk d’un grup que, en la seua formulació bàsica, arribava a la música d’arrels valenciana des del hardcore, el reggae o l’ska, estils d’importació. “Al País de l’olivera”, per contra, és una cançó d’estricta obediència estètica mediterrània, un cant estilitzat a la terra que s’esmuny dels tòpics gràcies a una evocadora lletra de Xavi Sarrià que aconsegueix atrapar des del primer instant, fins que l’entrada en joc de la veu de Mara Aranda i una sensacional secció de dolçaina, amb Miquel Gironés, la fan enlairar-se definitivament. En fons i forma, la cançó és una declaració d’amor a la terra, al paisatge i a les arrels musicals. Un d’aquells moments que justifiquen una carrera i que, quan s’haja d’escriure la història definitiva de la banda, hauria de compartir lletres d’or a la mateixa alçada que els seus populars i energètics himnes. Perquè aquesta cançó potser no explica l’estètica Obrint Pas, però defineix la seua ètica.

Josep Nadal, cantant de La Gossa Sorda i Vertigen.
“RECORDS”
Pels carrers del sol i l’esperança, / on vam deixar els nostres millors anys…
De totes les lectures que podria fer del fenomen Obrint Pas segurament la més personal és la de tindre’ls, com els passa a milers de personetes per tot el món, de banda sonora de la meua adolescència.
Els anys 90 a la ciutat de València, punta de llança del moviment neoconservador espanyol que enlluernaria el món amb vora dues dècades d’opulència de cartró pedra. Un moviment que se sabia triomfant, als cors i als carrers de la majoria de barris de la capital i que tractava la dissidència amb la combinació per tots sabuda de silenci, criminalització i garrot. La València coenta de famílies de tota condició que omplien Mestalla per veure José María Aznar quan només era un simple candidat, la València que no escrivia mai en valencià sinó era per fer faltes flagrants d’ortografia.
La ciutat més assolellada del món però també la més grisa, tan grisa que el record de la seua llum ens aboca a l’enyorança i a la soledat. L’enyorança d’aquells dies compartits amb la gent que estimàvem i estimarem tota la vida i els estimem sobretot perquè érem pocs i érem valents. Potser érem un gueto, sí, i de vegades no ens vam saber explicar massa bé, però no ho vam fer mai per moda, ni per estètiques, tampoc ho vam fer per la necessitat imperiosa de fer la revolució com desgraciadament els passa avui a tanta i tanta gent. Supose que ho fèiem per ètica, per estima pel país i sobretot per sentir-nos continuadors d’una vella lluita amb tres segles de combat.
I alçàvem banderes d’esperança i escopíem a la cara de la València blavera cada volta que preníem els carrers. Si volíem escoltar cançons en valencià no hi havia més remei que fer-les nosaltres, a les nits, amb la vista cansada, com feia el poeta. Aprenent a comptar les síl·labes, a combinar les oclusives i les nasals, els ritmes durs i les harmonies més tendres. Fer palesa la nostra ràbia, les nostres ganes d’escapar de la grisor. Tants records, tantes hores que hem passat.
Després arribarien les places i els estadis plens, el reconeixement nacional i internacional. Una línia ascendent que ens deixava bocabadats i ens enorgullia profundament a tots aquells que els vam acompanyar als primers concerts. Però tot això no era més que la conseqüència de tindre les coses ben clares des del principi. La mateixa dignitat i clarividència que han mostrat fins al final.

Vicent Xavier Contrí, periodista.
“A VALÈNCIA”
Vaig entrar a la sala Zeppelin (antic cinema del carrer Pepita de València) i un nombrós grup d’alumnes de l’Institut Benlliure animava un trio que dalt de l’escenari feia sonar els instruments amb les indefinicions pròpies d’una banda de rock que comença. Era l’any 94, si no recorde malament, i d’aquells incipients Obrint Pas (sense dolçaines ni vents) em va cridar l’atenció la cançó que corejava la seua parròquia. “Els carrers són bruts i tu tens tant de mal de cap (…) i la resignació és el teu suicidi quotidià (…) A València viuràs apalancat en qualsevol bar i callat esperaràs el teu final (…)”. “A València” fou el primer tema estimat pel públic i un indicatiu del que anava a ser la banda liderada per Xavi Sarrià. Si el fenomen del rock en català havia nascut als pobles, a les comarques, aquí al sud anava a tindre el seu referent amb un grup urbà. De València ciutat però amb vocació de ser de comarques. Quan enregistraren el disc en directe “En moviment” em va resultar encertat que recuperaren el tema i que el revisaren donant-li un toc musical més vitalista.

David Fernández


David Fernàndez, periodista i diputat del Parlament de Catalunya per la Candidatura d’Unitat Popular (CUP).
“L’ÚLTIM COMBAT”
“Lluita si pots i, si no pots, batalla”, Blai Bonet
Cops. Els primers i els antics. Talls. Els que encara supuren des de totes les ferides obertes d’un món injust, desigual, absurd. Cicatrius. De les osques i les fosques de cada absència. Del dolor de cada cop. Del nus de cada tall. Cops, talls, cicatrius.
I l’últim combat encara. Memòria d’un futur anterior, aixoplugats per les mil derrotes acumulades que ens precedeixen i emparen, i que alhora ens dignifiquen, l’últim combat són sempre tots. L’últim és sempre el d’ahir, que només preludia el d’avui i anuncia els de demà. En el vell dilema persistent d’una dialèctica infinita i inesgotable. Quan la qüestió mai no és caure. Sinó sempre i en qualsevol circumstància tornar-se a aixecar. Rebel·lar-se. Per això hui encara, l’últim combat és encara sempre el primer. El mateix gest, el mateix deix, la mateixa cadència de l’ètica de la resistència. Caure i aixecar–se de nou, per tornar a tornar començar, per tornar-s’hi de nou, quan l’única derrota possible arreu és no fer res mai enlloc. Ni tan sols comparèixer  –ulls muts, ànimes cegues, morts en vida– per no moure un dit per res ni ningú enmig de la llei del silenci.
L’últim combat, vés. El de sempre, doncs. Aquell que combina les lliçons de Kavafis, perquè el llarg viatge de l’aprenentatge mai no s’acaba, amb les no-derrotes de Berger i cada pam d’espai alliberat. I l’ull viu de Xirinacs, avís per navegants, tombant la cantonada, furetejant la condició humana i alertant que el darrer combat, potser el més difícil i el més dur, serà contra miralls trencats: “lluitarem contra el fort mentre siguen febles, i contra nosaltres mateixos quan siguem forts”. L’últim combat, que acumula tots els anteriors, i que esclareix que mai res és per sempre, ni les derrotes ni les victòries, i que en el fons sense pou de cada lluita no es pot defallir ni desistir. Des de la recambra de la memòria-antídot, tossudament alçats contra la roda fatal de la història que tot ho esmicola, l’últim combat és, fil per randa i exactament, el mateix combat de sempre i cada dia. Ací i arreu. A cada passa, a cada cop i a cada contradicció. Quan l’últim combat és, també, Camus mil cops revisitat als murals inscrits i escrits dels Països Catalans.
L’últim combat, doncs. El quotidià i el col·lectiu, en la vida i en la lluita, i gairebé sempre en temps de descompte. L’últim combat: cada dia com si fos el primer, cada nit com si fos la darrera. Quan l’últim combat –el definitiu cabdal, el darrer assalt, el del tot o res– tornarà a ser senzillament el primer. Quan aquest torni a començar. Un altre cop encara. L’últim combat. El de cada gest. El de cada dia.
Així, ací,  seguim. Preparant l’últim combat, de nou i a tornallom, enmig de l’horror quotidià. L’últim combat. El nostre compartit de cada dia des del país de l’olivera. L’últim combat. El d’una maleta esmaperduda a Portbou el 1940. I la mà estesa, còmplice, clandestina, transfronterera, de Walter Benjamin, recordant-nos contra els mil murs del món dels nostres dies que “només en la derrota som imbatibles”.  L’últim combat. Sí. Aquell que mai no acaba. Perquè només continua. Per seguir obrint pas.
Josep Vicent Frechina, crític musical i autor, entre altres obres, de La cançó en valencià. Dels repertoris tradicionals als gèneres moderns (Acadèmia Valenciana de la Llengua, 2011).
“SOM”
Arrogants, visionaris o compromesos?
Recorde una de les primeres vegades que vaig escoltar “No tingues por” quan, entre el trasbals d’emoció en reviure l’assassinat de Guillem Agulló a través de la lluminosa sensibilitat de la cançó, irrompia una certa perplexitat amb la taxativa declaració que la tancava: “Sempre anirem obrint pas”. Allò sonava com una barreja estranya d’arrogància i compromís. Què volia dir amb això el lletrista? Parlava en nom de la banda, en clau generacional, a títol personal?
Passats els anys publicaren un altra cançó, “Som”, on feien una declaració d’intencions semblant, però ací ja l’entenérem perfectament. Tant, que acabà sent la nostra cançó predilecta. En eixe moment, aquella sentència primerenca es percebia ja com un exercici de clarividència -ausades que n’havien obert de pas des d’aleshores!- i “Som” es podia entendre com una actualització detallada de l’esbós inicial.
És una cançó que reuneix moltes de les principals virtuts de la banda: una música festiva i urgent, una melodia de dolçaina indeleble, un text formalment impecable i, sobretot, un missatge que bascula de l’àmbit personal al col·lectiu, de la lírica a l’èpica, per exhibir una convicció absoluta amb les pròpies forces i una visió de futur que suscita la nostra immediata adhesió. Arrogància? Ni gota. Tot s’ho emporta un compromís dur i ferreny com la pedra foguera -sí, la de l’espurna que encén la flama-. Com els anem a trobar a faltar!