Centenari enric valor

dimecres, de març 26, 2008

la locura del trabajo


"¡Qué locura es el amor al trabajo!
Qué gran habilidad escénica la del capital, que ha sabido hacer que el explotado ame la explotación, el ahorcado la cuerda y el esclavo las cadenas."


A. M. Bonanno

Con la soga al cuello. Vivimos con la soga al cuello. La sentimos en cada momento de nuestras vidas, aunque queramos no tenerla nunca. Y cuando no la sentimos, estamos pensando en ella. Pensando en que pronto nos sujetará con más fuerza y que, otra vez, tendremos que acomodar el cuello. O, de lo contrario, hacernos cuenta de que nada pasa. Y morir. Pero, tampoco. Tenemos tanto miedo a la cuerda que nos ahorca, a quitárnosla de una buena vez, como a la muerte que puede provocarnos. Estamos indecisos, mientras la cuerda nos sujeta todo el cuerpo, escogiendo lo que nos parezca mejor: una vida similar a la muerte o la muerte misma. Pues las ataduras no nos pueden ofrecer otra cosa.

El tiempo pasa y la cuerda aprieta con más fuerza, entonces el sudor se desprende de nuestra piel. Nos preocupamos. Temblamos. Empezamos a pensar con desesperación. Estamos a punto de estallar, nuestras venas están cargadas de odio y la sangre empieza a desbordarse. Pero, la cuerda se aliviana. Y, aún con miedo y dolor, le sonreímos. Entonces preferimos dialogar con ella. Nos arrodillamos. Le pedimos que nos trate con cariño, que queremos que nos ahorque en paz. Y el trato está hecho. Incluso, ante su altanera posición, le aplaudimos solemnemente y nos miramos al espejo con desprecio. Lo escupimos. Nosotros somos los reprochables culpables y la cuerda, víctima de nuestra intolerante supervivencia.

Finalmente entendemos que debemos olvidar todo lo sucedido, pues ello puede ser peligroso, y retomar nuestras vidas. Asistimos a un psicólogo y este comprende que la cuerda es el problema. Entonces nos recomienda una cuerda nueva, una más flexible y de un color que nos ayude a llevar la vida con optimismo. Prendemos la televisión y todos los anuncios están dirigidos a la venta de cuerdas. Todos los precios, colores, sabores, diseños y tamaños. Buscamos una adecuada para el trabajo, la más decente. Y también para la casa, para pasear, para estudiar, para practicar deporte, para tener sexo, para comer y para dormir.

Visitamos lugar tras lugar, pero siempre con la soga en el cuello. Incluso viajamos lo más posible con la intensión de que nuestras sogas sean reconocidas, pues ello da fe de nuestras buenas costumbres, de nuestra cultura. Toda la gente nos mira con aprecio. Y nosotros también, siempre que lleven las sogas bien sujetas al cuello. Las preocupaciones y el progreso humano están dirigidos a la fabricación de cuerdas más seguras, higiénicas y tecnológicas. Estamos orgullosos de ello. Orgullosos de nosotros, orgullosos del mundo entero, pero, sobre todo, de nuestras propias sogas. Hemos aprendido a convivir con ellas, a amarlas.

dissabte, de març 22, 2008

absolució detinguts del pleno!!!!!


Com moltes persones ja sabreu, el passat 27 de juliol, un grup de gent,
acudirem al plenari de l'ajuntament on els governants amb la dictadura
absoluta del Partit Popular, hipotecaren el nostre poble, dient que sí
a l'extensió de l'urbanització de serelles, al polígon de la canal (a
sobre de l'aqüífer que abasteix a quasi tot alcoi, posant en perill
l'aigua), a l'hotel de la font roja, al camp de golf...

La policía ens tirà d'allí a empentes després de traure unes
pancartes i a sobre, dues persones varen ser denunciades per agressió a
l'autoritat i alteració de l'ordre públic i quatre més per alteració de
l'ordre públic, aquestes quatre, per pura venjança, ja que denunciaren
agressions contra la policia, amb parts mèdics com a prova. En ningún
moment es va emprar la violència contra les forces ¿d'ordre? públic,
que la gent, no va causar cap alteració, que l'unic que dessitjavem era
sortir de l'ajuntament davant el malestar que la pròpia policia estava
creant i que si en algun moment donat es feren mal (les seves lessions
son erossions, és a dir, arraps) fou per la pròpia actuació violenta
que ells estaven fent.

El proper divendres 1 d'abril a les 10:50 del matí seran jutjades 6
persones, que l'únic que feien al plenari era defendre el nostre
entorn, front a les iniciatives destructores dels governants i
adinerats del nostre poble.

Per això, s'ha convocat una concentració l'1 d'abril a les portes
del jutjat, saleuse les classes, demaneu dia d'assunts propis al
treball, feu el que calga, però acudiu, per mostrar suport a la gent
que estarà essent jutjada, per dir no, a la destrucció que pretenen fer
a les nostres serres i per demostrar que mai no ens callaran, per molt
que intenten criminalitzar-nos, perquè la nostra estima per la vida pot
més que les vostres porres i les vostres burocràcies.


Volem agraïr a les Advocades d'Alerta Solidària que estan duuent el
cas, a l'Altra Campanya, a la colla ecologista la Carrasca, als centres
socials el Molinar i Ca'ls Flares per ajudar-nos a recaudar diners i al
menjador popular de Sant Nicolau on el dijous es realitzarà un sopar
per traure diners per pagar a les advocades.

dissabte, de març 15, 2008

Gentecilla gris, tarada, del crimen legalizado (Seguiré robando, y no ejerciendo...)


La forma que tiene de corromper la pobreza es más dulce que la de la riqueza. A mí, funcionario de educación de origen miserable, me corrompieron ambas; a mi amigo Basilio, pastor hijo de pastores, ninguna. No fui inmune a la acumulación de capital, y luego dilapidé mis ahorros como un necio. Inmoralizándome, la pobreza me arrojó al mundo del delito, donde atesoré hermosas vivencias.
Nunca me sentí mal después de un robo, y sí cada día a la salida del trabajo. Decía Genet que robar era más digno que trabajar. Por supuesto... Más conscientes son de ello los peores trabajadores que los mejores ladrones.

La vocación hacia el hurto me llegó en la niñez. Para mí era una tarea absolutamente seria, trascendente, a la que dedicaba lo mejor de mi inteligencia y lo más incisivo de mi imaginación, robar golosinas en el supermercado. Fui creciendo, y a la par perfeccionando mis mañas, ganando en astucia, robusteciendo mi afición. Sustraía cintas de música y ropa en los Grandes Almacenes, libros en las papelerías de barrio, cualquier cosa en los autoservicios. El día en que no perpetraba un robo, faltando a mi cometido, descuidando mi misión en la tierra, se revestía para mí de un carácter trágico. Removíase mi conciencia, que no me perdonaba la desidia... Procuré inculcar ese hábito a mis amigos, y empezamos a divertirnos juntos. Los más pequeños de la pandilla traían a la “cabaña-cuartel” mandarinas de las tiendas, tebeos de los quioscos, material escolar del Colegio,... Los mayores nos decantábamos ya hacia el alcohol, los preservativos y los pequeños artilugios que se pueden regalar a las mujeres. Una de mis hazañas más notables fue sustraer una peluca de un departamento de El Corte Ingles, llevándomela puesta. Se la obsequié a mi madre, que estaba loca y gustaba de disfrazarse. El día en que mi padre, para conmemorar mi recién estrenada mayoría de edad, me regaló una moto robada, se avivó hasta lo indecible la llama de esa pasión mía por el desorden en la propiedad. Según parece, hubo un accidente, una colisión en la que se vio involucrado un motorista. Mucha gente acudió a ayudar a los heridos, entre ellos el dueño del ciclomotor. Mi padre se acercó, y aguardó. Cuando se disolvió el tumulto, y ya no quedaba nadie en los alrededores, cogió la moto y la echó en la furgoneta. Habiéndole conseguido una matrícula falsa, la escondió en un antiguo cebadero hasta el día de mi cumpleaños. Nunca se me olvidará ese detalle de mi progenitor, al que debo el cultivo de mis mejores cualidades. Todavía hoy, siempre que puedo, regalo algo robado.

Cuando aprobé la oposición al cuerpo de profesores de bachillerato, mi flamante condición de funcionario me permitió progresar todavía más por esa vía de la ilegalidad y del delito. Adquirí un coche que debía pagar en cuarenta y ocho plazos, y no hice frente a ningún recibo. Me lo llevé al extranjero, a Budapest, dejando mi cuenta en números rojos. La Citröen me localizó finalmente gracias al buen trabajo de un detective, al cabo de tres años; y la Banca Nacional de París, concesora del préstamo, me inscribió muy arriba en su lista de morosos.

Falsifiqué la dirección que constaba en mi carné de conducir, y durante mucho tiempo no pagué ninguna multa. No me llegaban las notificaciones. Compré también a plazos una bicicleta en Galerías Preciados, y sólo pagué la mitad. Una empleada de este establecimiento llamaba periódicamente a mi madre, intentando conseguir mi dirección. La pobre, en su desvarío, le contestaba que todavía no había regresado de China. En fin, me aproveché de la honorabilidad que se supone en un funcionario para dar trabajo extra a los Departamentos de Ventas y a los detectives privados de la Banca.

Otro recuerdo encantador de mi juventud sitúa en mi casa a unos cuantos hombres encorajinados intentando embargar cualquier cosa, desesperándose por la inexistencia de los bienes que pretendían secuestrar, por la falta de valor de los demás enseres y por las palabras de mi padre, que eran siempre las mismas. “Si quieren me pueden llevar a la cárcel, pero entonces no trabajaré y no podré pagar lo que debo. Ustedes verán...”

Mi padre. ¡Cuánto gasóleo hemos robado juntos de los camiones y de los tractores, cuántas herramientas de los talleres, cuánto material de construcción de las obras...! ¡El sí que era un educador!

Llegó sin embargo el momento en que uno de mis peores robos, sustracción de considerable cuantía, obtuvo la aprobación del Estado y el beneplácito de la ley: fue el día en que me ingresaron mi primera nómina de profesor agregado. Y eso sí que soliviantó mi conciencia. Demasiado dinero por nada; demasiado dinero por dominar a un hatajo de infelices desprovistos de poder; demasiado dinero para que cerrara los ojos al oprobio de la docencia; demasiado dinero para un soborno; demasiado dinero, robado a toda la comunidad, por permitir que me imbecilizaran y seguir a rajatabla el lema de Cortázar (“mandar para obedecer, obedecer para mandar”); demasiado dinero por deponer las armas de la crítica y abdicar de la soberanía sobre mi inteligencia; demasiado dinero sustraído a todo un país, aquiescentes la ley y el Estado. ¡Los profesores, menudos ladrones de guante blanco! ¡Menudo robo a todo el mundo, particularmente a los más humildes!

Si al acto de robar se le extirpa ese componente de atentado contra la moral hipócrita y de desobediencia a la arbitrariedad de la ley, pierde para mí todo su interés y todo su valor. Reivindico, una y mil veces, los innumerables pequeños hurtos de mi padre, llenos de poesía, de imaginación, de juego infantil y burla inocente, pero también impregnados de un sentimiento certero de la equidad social (nosotros, miserables, robábamos a fin de cuentas a quienes algo tenían que defender), atravesados por un instinto profundo de rebeldía e insumisión -desacato a la ley lo mismo que a la moral, al Estado como a la Iglesia- y por un desdén absoluto hacia todo lo que ostentara el título de “propiedad privada”. Agentes de una nueva redistribución de los bienes (robábamos para regalar), estimábamos más que nada el gesto en sí mismo, exorcizando a través de él todos los demonios de la apropiación particular y de la disciplina fetichizada. Muy lejos de esta inteligencia maldita del robo, de esta sabiduría díscola del delito, se halla el atraco periódico del funcionario: este hombre roba para obedecer, por haber renunciado a la autonomía de su conciencia, víctima de la moralidad dominante y juguete de la legalidad de los ricos. Roba a toda la sociedad para afianzarse en su cúpula, cubiertas sus espaldas por la ignominia de la organización estatal. No pude contarme mucho tiempo entre ese gentecilla gris, tarada, del crimen legalizado. Capaz de robar a un maestro su estúpido maletín, no soportaba el insulto mensual de la nómina en mi cuenta. Seguiré robando, y no ejerciendo... Si me corrompió la pobreza, dulce veneno el que emponzoñó mi alma. Seré fiel a mi feliz corrupción. Nada espero de los códigos jurídicos, nada de las instituciones civiles, nada de vuestra idea del Bien, nada de la propiedad, nada del asentimiento, nada de los padres que enseñan a sus hijos a trabajar, nada espero de nada.

Desesperado como yo, Basilio en cambio no roba... Una vez más, su desesperación es de un orden superior a la mía: tampoco espera nada de la insumisión programática, de la rebeldía consciente, de la desobediencia que obedece sin embargo a una filosofía concreta, de los padres que enseñan a robar a sus hijos... El sí que no espera nada de nada; espera menos que nada de menos que nada.

dijous, de març 13, 2008

comentario a la entrevista a manuel monereo

Acabo de leer una entrevista al amigo Manuel Monereo por parte de Albina Fernández para La Nueva España- Kaos, en la que se trata de varios temas sobre Izquierda a debate ([01.06.2005 20:26]

No tengo gran cosas que añadir en sus apreciaciones sobre el qué hacer, aunque por mi parte enfatizaría más el papel de la clase trabajadoras con todas las matizaciones que este concepto requiere, pero si me gustaría polemizar sobre la parte de la “memoria histórica” comenzando por su referencia (supongo que irónica) sobre el “camarada Stalin”, y sobre su exculpación del PCE sobre lo que podemos llamar el “caso Nin”.

Manolo subraya que Stalin dejó patente “su” opción por una República democrática como el objetivo primordial del momento en una célebre carta que envió a Largo Caballero, y a la que éste tuvo que hacer algunas observaciones no solo porque representaba una sensibilidad más radical dentro del PSOE, sino también porque de alguna manera era consciente que al militar-fascismo lo habían parado los trabajadores organizados, y no las instituciones republicanas. Allí donde los trabajadores “creyeron” en la palabra de estas, el Alzamiento triunfó.

La carta dejaba también claro quién mandaba en la Internacional Comunista, y por lo mismo, en el PCE, de ahí que José Díaz se viera obligado a remachar estos criterios en un discurso justamente titulado “Que quede lo más claro posible”. Esta línea general no tanto a favor de la República como de su ala derecha republicano-socialista, no estuvo motivada por ninguna razón anterior. No era la línea que llevó el PCE hasta 1934. Su rectificación no fue producto de ningún debate ni nada parecido. Ni tan siquiera fue una adaptación de los acuerdos del VII Congreso del Komintern, sino que fue producto de las exigencias de la política exterior soviética. El ascenso de Hitler –producto ante todo de la división provocada por la guerra entre socialdemócratas y comunistas oficiales-, llevó a Stalin a plantearse un nuevo giro en su política cuyo objetivo era priorizar un pacto con las potencias “democráticas”, incluyendo el capítulo colonial.

Fue en aras de esta exigencia que Stalin justificó en última instancia el exterminio de la vieja guardia bolchevique, y acuñó el conceptos como el hitlero-trotskista, la famosa “quinta columna”. Al tiempo que acababa con toda oposición, mostraba a Occidente que la revolución socialista había pasado a la historia, y que los comunistas eran los últimos en querer una revolución...La revolución ya existía, era la URSS, el camarada Stalin, etc. No hay la menor duda que la gente del PCE luchó por ”la democracia” dando la cara (y la vida, la mayoría de veces con una entrega extraordinaria, sino hay está el caso del hijo de José Robles, “Coco”, que lo siguió haciendo a pesar de que sabía que los agentes soviéticos habían asesinado a su padre, motivo como es sabido del libro Enterrar los muertos, de Ignacio Martínez de Pisón) por las instituciones republicanas, pero no es menos cierto que pensaba que al final se haría la revolución. Pero también es cierto que esta entrega fue instrumentalizada por los servicios soviéticos para introducir sus propias normas y finalidades en el campo republicano con los resultados de todos conocidos.

Nadie puede negar la lucha llevada a cabo por esa misma gente por las libertades durante la larga noche del franquismo. Lo que ya no es justo es atribuirle una exclusiva. El movimiento libertario lo siguió haciendo en condiciones tan duras como las sufridas por el PCE, también el POUM más modestamente, y otras fuerzas, sobre todo desde la aparición del FLP, principio de la nueva izquierda en España. En cuanto al PSOE, tampoco se puede generalizar, existió una resistencia socialista durante mucho tiempo, eso sí abandonada por Indalecio Prieto y compañía que buscó alianzas con los Estados Unidos, la potencia “amiga” que, como le respondió Foster Dulles en una conversación célebre, “no tenía amigos sino aliados”. Y u aliado era en aquel momento Franco.

Mucho más grave me parece su tentativa de limitar la responsabilidad del asesinato de Nin al Gobierno soviético. Por más que quiera y duela, el PCE no fue ajeno a ello. Su asesinato fue precedido de una campaña de linchamiento en la que intervino mucha militancia, y así lo han reconocido algunos testimonios. Responsables como Togliatti llegaron a amonestar severamente al PSUC por su tibieza, en el que se llegó a sospechar la existencia de un grupo “trotskista” (los antiguos bloquistas como Estivill). No fueron agentes soviéticos los que a la pregunta ¿Dónde está Nin?, replicaron en las paredes: En Salamanca o en Berlín. No hay más que leer los textos de la época para comprobar como se “arropó” la labor del “gobierno soviético”. El furor antitrotskista llegó a extremo impresionante, baste citar un caso poco conocido: Francisco García Lavid, conocido en los inicios del movimiento trotskista español como “Henri Lacroix”, y que era minero en Bélgica, se había pasado al PCE...Sin embargo fue linchado cuando cruzó la frontera por militantes del partido.

Cierto, no toda la responsabilidad la tuvo el PCE, salvo honradas excepciones, la derecha socialista calló, como lo hicieron nacionalistas y republicanos, tampoco la CNT estuvo a la altura de las circunstancias. Tampoco se puede medir todo este capítulo por las “checas”, pero lo cierto es que existieron con la complicidad activa del partido. Se le acusó de mil cosas, muchas de ellas falsas, pero estas fueron ciertas. Otra cuestión es que el asesinato de Nin, de Robles, Landau, y todo lo demás se utilice como arma arrojadiza, pero no creo que la mejor manera de contrarrestar semejante maniobra sea ocultándose como una criatura detrás de una silla cuando la verdad histórica resulta fundamentada en una documentación apabullante.

A Manolo le sobran capacidad y entereza para no tener que caer en declaraciones tan banales y sorprendentes que no ayudan en nada a una superación crítica de todo aquello, algo que únicamente será posible a través de la verdad.

entrevista a manuel monereo



Manuel Monereo, de 55 años, miembro de la permanente del comité político del PCE, militante comunista «estricto» desde hace 35 años, natural de Jaén, vecino de la «solidaria ciudad de Madrid» desde hace 16 años y abogado laboralista, visitó Gijón, donde participó en la fiesta anual del Partido Comunista de Asturias e, invitado por la Sociedad Cultural Gijonesa, ofreció una charla sobre las izquierdas y el socialismo en el siglo XXI. Seguidor de Julio Anguita, antiglobalista ejerciente y
crítico feroz contra el «europensamiento» único, defiende una refundación de IU y un giro de la sociedad a la izquierda como única forma de evitar la desaparición de la vida de la tierra que, dice, será inevitable con el capitalismo.

-¿Qué es ser de izquierdas, y ser socialista en el siglo XXI?

-Ser de izquierdas es una actitud personal, ética y política que consiste, como siempre, en una apuesta radical por la libertad, la
igualdad y la fraternidad. El socialismo requiere una segunda operación que es demostrar que mientras haya capitalismo la igualdad, la libertad, la justicia y la fraternidad no son posibles, y significa que luchar por el socialismo es la manera más coherente de ser de izquierdas.

-¿De qué socialismo está hablando?

-De la lucha sistemática por abolir la explotación, el dominio y la desigualdad. Esto es, la lucha del ser humano por autogobernarse y decidir su futuro. La pregunta que debemos hacernos es ¿quién dirige la vida? ¿El mercado capitalista o la sociedad democrática? Para nosotros la clave es que la sociedad debe de autodirigirse, liberarse, y para eso tiene que domar al mercado y superar las relaciones de explotación actuales. Pero si no lo hacemos en breve no habrá sociedad, porque el
capitalismo está poniendo en peligro la vida humana en el planeta. Para luchar contra eso y hoy más que nunca, hay que ser de izquierdas.

-Pero ése es un discurso más de los verdes...

-No. Es un discurso ecológico-social desde una perspectiva comunista. Esto de los verdes y de los que verdean es una vieja historia. Es como los socialdemócratas que no lo son, los socialista que no lo son porque aceptan el capitalismo como marco, y algunos comunistas que dicen que no lo son y que sin embargo dirigen partidos comunistas...

-¿Y es una alternativa la dictadura del proletariado?

-La dictadura del proletariado nunca fue una alternativa. En la Unión Soviética los trabajadores luchaban por el pan, trabajo, tierra y paz.Lo que hoy defendemos la izquierda comunista que lucha por el socialismo, es una democracia participativa, que llegue a la vida cotidiana de la gente y que haga que los ciudadanos sean dueños de sus ciudades, que sean capaces de determinar los presupuestos públicos y de controlar a los gobernantes. Es decir, el socialismo como desarrollo de la autoorganización de los ciudadanos que haga transparente la vida pública. Es la conexión entre Robespierre y Marx. La democracia que someta el mercado a las necesidades de las personas y no al revés.

-¿Está hablando de acabar con eterna lucha por el poder?

-Esa lucha es un elemento central de esta sociedad, pero no tiene por qué ser así. El problema es que si un país cualquiera, llámese la Venezuela de Chávez, decide abrir una vía no capitalista pero democrática viene el boicot de la empresa y de los organismos internacionales y la subversión organizada por Estados Unidos... Es decir, que cuando uno lucha contra el sistema de opresión, que es el capitalismo, con argumentos democráticos, al final lo que puede ocurrir es que te den un golpe de Estado como al compañero Chávez.

-¿Qué es la globalización?

-La desigualdad económica y de poder que lleva al predominio de una oligarquía en torno a las 300 grandes empresas del mundo que va estrechando la democracia y que nos coloca, cada vez más, como un instrumento en manos de los poderosos. Lo que nosotros queremos es que los hombres y mujeres tengan el poder.

-Suena utópico...

-Suena, pero no lo es. Siempre hubo en la historia alguien que se reveló, y lo que hoy tenemos en este país es producto de la rebelión de mucha gente, del esfuerzo y el sacrifico de muchos. ¡Cuánto ha costado! ¡Cuántos muertos hemos puesto encima de la mesa! Y digo hemos puesto porque gran parte los puso este partido.

-El papel de su partido durante la II República está ahora en entredicho con las sacas, las checas y la persecución política impulsada desde la Unión Soviética de Stalin.

-Yo aquello no lo viví. Lo que sabemos es la incontable cantidad de los nuestros que fueron asesinados, y no voy a decir que nosotros lo hicimos todo bien. Está claro que hubo cosas lamentables y lo sentimos, pero sí es evidente que fuimos los primeros en luchar por la República.

-¿Luchaban por la República o por una dictadura dirigida desde Moscú?

-Por la República democrática, porque el camarada Stalin en una célebre carta que envió a Largo Caballero dejó claro que la Unión Soviética lo que quería para España era una república democrática. El PCE luchó por la democracia dando la cara por las instituciones republicanas. Tenemos nuestras responsabilidades, pero el PC fue un defensor intransigente de la República, y nos enseñó a luchar por las libertades. Y lo hicimos cuando todo el mundo estaba de vacaciones, incluido el PSOE.

-¿Quién mató a Andreu Nin?

-A Nin lo mató el Gobierno soviético. De eso nosotros no tenemos ninguna duda, y fue una barbaridad. El PC no intervino. Pero lo importante no es la historia de Nin, al que tanto se quiere ahora sobre todo para echar lodos al PC, sino la de miles de hombres y mujeres que dieron su vida por la libertad en España. El PC fue importante en el frente, no en las ciudades ni en las checas de Madrid. Se le acusó de mil cosas, pero sólo luchó por la libertad.

-¿Hacia dónde va ahora España?

-Hacia una república federal y solidaria. En esto somos discípulos de Pi y Margall. En todo caso los nacionalistas, tanto los españoles como los periféricos, están hablando de un mundo que ya no existe porque se está redefiniendo el poder político en Europa y los viejos estados están en crisis. La España del euro no tiene una política propia. Las grandes decisiones las está tomando Europa. A los estados y a las autonomías les queda un poder residual.

-IU perdió progresivamente apoyo social. ¿Va a tener Llamazares el triste honor de enterrar a la coalición?

-IU fue un invento social del PC que nació en el año 1982 porque emergía una nueva sociedad y el PC era insuficiente para articularla. Ahora IU necesita ser refundada para hacerla más amplia y con mayor capacidad de llegar al movimiento social, y lo haremos. Por eso creo que Llamazares no va a ser quien entierre a IU. Ahora la prioridad es luchar por la República y dejar que el Príncipe de Asturias y su linda mujer se dediquen a ser felices para que nosotros podamos gobernarnos.

dimarts, de març 11, 2008

ovidi montllor en la memoria

Ja fa mes de deu anys que ens va deixar per fer vacances i encara ho recordem.Alguns clar, altres aiiiii