Centenari enric valor

dimecres, de març 26, 2008

la locura del trabajo


"¡Qué locura es el amor al trabajo!
Qué gran habilidad escénica la del capital, que ha sabido hacer que el explotado ame la explotación, el ahorcado la cuerda y el esclavo las cadenas."


A. M. Bonanno

Con la soga al cuello. Vivimos con la soga al cuello. La sentimos en cada momento de nuestras vidas, aunque queramos no tenerla nunca. Y cuando no la sentimos, estamos pensando en ella. Pensando en que pronto nos sujetará con más fuerza y que, otra vez, tendremos que acomodar el cuello. O, de lo contrario, hacernos cuenta de que nada pasa. Y morir. Pero, tampoco. Tenemos tanto miedo a la cuerda que nos ahorca, a quitárnosla de una buena vez, como a la muerte que puede provocarnos. Estamos indecisos, mientras la cuerda nos sujeta todo el cuerpo, escogiendo lo que nos parezca mejor: una vida similar a la muerte o la muerte misma. Pues las ataduras no nos pueden ofrecer otra cosa.

El tiempo pasa y la cuerda aprieta con más fuerza, entonces el sudor se desprende de nuestra piel. Nos preocupamos. Temblamos. Empezamos a pensar con desesperación. Estamos a punto de estallar, nuestras venas están cargadas de odio y la sangre empieza a desbordarse. Pero, la cuerda se aliviana. Y, aún con miedo y dolor, le sonreímos. Entonces preferimos dialogar con ella. Nos arrodillamos. Le pedimos que nos trate con cariño, que queremos que nos ahorque en paz. Y el trato está hecho. Incluso, ante su altanera posición, le aplaudimos solemnemente y nos miramos al espejo con desprecio. Lo escupimos. Nosotros somos los reprochables culpables y la cuerda, víctima de nuestra intolerante supervivencia.

Finalmente entendemos que debemos olvidar todo lo sucedido, pues ello puede ser peligroso, y retomar nuestras vidas. Asistimos a un psicólogo y este comprende que la cuerda es el problema. Entonces nos recomienda una cuerda nueva, una más flexible y de un color que nos ayude a llevar la vida con optimismo. Prendemos la televisión y todos los anuncios están dirigidos a la venta de cuerdas. Todos los precios, colores, sabores, diseños y tamaños. Buscamos una adecuada para el trabajo, la más decente. Y también para la casa, para pasear, para estudiar, para practicar deporte, para tener sexo, para comer y para dormir.

Visitamos lugar tras lugar, pero siempre con la soga en el cuello. Incluso viajamos lo más posible con la intensión de que nuestras sogas sean reconocidas, pues ello da fe de nuestras buenas costumbres, de nuestra cultura. Toda la gente nos mira con aprecio. Y nosotros también, siempre que lleven las sogas bien sujetas al cuello. Las preocupaciones y el progreso humano están dirigidos a la fabricación de cuerdas más seguras, higiénicas y tecnológicas. Estamos orgullosos de ello. Orgullosos de nosotros, orgullosos del mundo entero, pero, sobre todo, de nuestras propias sogas. Hemos aprendido a convivir con ellas, a amarlas.