Centenari enric valor

dimecres, de juliol 05, 2006

y la mujer?

¿Tampoco la mujer? Sobre la perdición de los Salvadores x Pedro García Olivo – La Haine La Mujer no es la Tierra Prometida. No nos va a llevar a las comarcas de la paz, del sentimiento espontáneo, de la justicia, de la igualdad… Ha caído un mito. Quien quiera saber lo que es la mujer, y a dónde lleva, que la mire hoy. Que la contemple hoy, en la Casa, en la Familia, en la Propiedad, en los Negocios, en las Escuelas, en la Policía, en el Ejército, en los Gobiernos, en los Concursos de Belleza, en la Publicidad,…
Escorzos II¿Tampoco la mujer?Sobre la perdición de los Salvadores
Para provocarme, mi amigo Víctor Araya me remitió hace años un texto que todavía hoy me sume en el desconcierto. Por aquel entonces, yo era un resuelto feminista. Y pacifista. Y ecologista… Sentía como míos todos los “ismos”, rojos, verdes y lilas.
Víctor no era “machista”, estoy seguro de ello. Pero sí era “misógino”. Compartía la misoginia “educada” de una buena parte de los filósofos, escritores, artistas,… de nuestra tradición cultural. Recordando a Nietzsche, solía decir que “allí donde el hombre es malo, la mujer tampoco es buena”. Y sé que se regocijaba ante la ocurrencia atroz de Engels: “El ama de casa es la peor de todas las prostitutas, pues, a cambio de la manutención, se vende a un solo hombre y para toda la vida”. (Como a Engels, a Araya se le sustraía una verdad, parte inseparable del “problema”: que sólo un cabrón puede anhelar la “compra” de una mujer, su confinamiento “hogareño” y su explotación doméstico-sexual. Se le olvidaba añadir que, al lado de esa prostituta superada, por encima de ella, hay siempre una piltrafa de hombre, un déspota, una basura humana insuperable.)
Cuando repaso hoy su nota, insuficiente y “defectuosa” como teoría o segmento de teoría, siento sin embargo que mi ánimo empieza a reaccionar de otro modo ante sus prejuicios. Hoy me reconozco embarcado en una empresa acaso errática, sin destino verificable, que se deja llamar “desmitificación”. ¿Habrá que desmitificar también a la Mujer? ¿Habrá que concluir, en pocas palabras, guiñando un ojo a Araya, que “tampoco la Mujer”? No lo tengo claro; como hombre, quizás me halle incapacitado genéricamente para tenerlo claro. Rilke decía que la vida moderna separa sin remedio al hombre de la mujer, a la mujer del hombre. Desde esa distancia, me guardo de opinar sobre la mitad casi exacta de la población. Amo, no obstante, la desmitificación…He aquí el texto de Araya, con el que nunca estaré de acuerdo:
“La mujer, por las condiciones en las que históricamente se ha desenvuelto ante un ser más fuerte en lo físico, el hombre, por el modo en que ha debido asumir un sometimiento casi-corporal, procurando arrancar migajas de autodefensa en su relación con un otro ególatra, ensimismado, violento, por todo ese secular padecimiento de situaciones en las que se sentía ofendida, vulnerable, vejada, por la suma de todo ello, aparece hoy en Occidente, ante la mirada fría, penetrante (mirada despejada, limpia de romanticismos añosos y de sublimaciones risibles), como un sujeto “conservador”, que se aferra a lo que el orden socio-político vigente puede proporcionarle, y pugna por ocupar cargos, dirigir empresas, acumular bienes, influir en la vida…, pero siempre en la subordinación, que la ha acompañado durante milenios, en la adaptación forzosa, en el conformismo: subordinación, adaptación y conformismo ante el Sistema Capitalista, ante lo dado hoy en Occidente.
La Mujer no nos va a salvar. La Mujer no va a salvar a nadie: se salvará a sí misma, dentro de las posibilidades que el Mercado y el Poder le ofrezcan. Asistimos al crepúsculo del último ídolo…La Mujer no es la Tierra Prometida. No nos va a llevar a las comarcas de la paz, del sentimiento espontáneo, de la justicia, de la igualdad… Ha caído un mito. Quien quiera saber lo que es la mujer, y a dónde lleva, que la mire hoy. Que la contemple hoy, en la Casa, en la Familia, en la Propiedad, en los Negocios, en las Escuelas, en la Policía, en el Ejército, en los Gobiernos, en los Concursos de Belleza, en la Publicidad,… Que abra los ojos. Si es un hombre el que esto hace, habrá de saberse sucio, culpable, por siempre malo; pero reconocerá que, allí donde él sonrió al Infierno, la mujer tampoco se abrazó al Cielo.
No nos va a salvar la Mujer. Mucho menos el Hombre. No nos va a salvar la Clase Trabajadora. Resulta que quienes, en principio, habrían de salvarnos (trabajadores, mujeres, estudiantes, marginados, países del Sur,…) están hoy verdaderamente perdidos. No nos salvarán; y no encontrarán, en ningún lugar, gentes dispuestas a sacrificarse para salvarlos. Es la perdición de los Salvadores.”
No estoy de acuerdo, no puedo estarlo. Sin embargo, empiezo a temerme que tampoco la Mujer...
¿Tampoco la Mujer?